Hace muchos años que había oído hablar de Nacho Vegas, ex Manta Ray, supuesto gurú de la música independiente española, ocasional colaborador de Enrique Bunbury. Pero era uno de esos tipos que, sin haber escuchado nada suyo, me daba mucha pereza.
Cuando Enrique Bunbury decidió grabar un disco a pachas con Vegas no me quedó otro remedio. Y el resultado, ese Tiempo de las cerezas, me encantó. La parte de Nacho Vegas era lo suficientemente interesante como para incitarme a darle una oportunidad a sus discos en solitario.
Llevo un par de semanas escuchando esos discos y he llegado a la conclusión de que este hombre vive en un universo paralelo, al que te transporta con su música. Discos llenos de canciones largas, con una media de más de cinco minutos por canción, melodías tranquilas, voz rasgada, letras rotundas que son lo mejor de su producción... pero sobre todo ese aura de estar escuchando algo excesivamente personal.
Yo personalmente le he cogido gusto para escucharlo mientras trabajo, por esa sensación de calma que transmite. Actos inexplicables, Cajas de música difíciles de parar, Desaparezca aquí. Canciones inmensas como Gang Bang (cuatro putas que bailan un vals...), Baby Cat Face, El jardín de la duermevela (ven y fóllame), Al Norte del Norte, El hombre que casi conoció a Michi Panero, Actos inexplicables, Noches árticas...
Un placer.
Un placer.
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