De pequeño mi serie de dibujos animados favorita era Dragones y mazmorras. Me encantaba. En parte porque siempre me han gustado los dragones, y en parte porque las historias que contaba la serie me fascinaban.
La serie narraba las aventuras de seis jóvenes que quedaban atrapados en un mundo fantástico y eran ayudados por el amo del calabozo que les proveía de armas mágicas y siempre les ayudaba dándoles crípticos mensajes.
Algunos de esos capítulos se me han quedado grabados para siempre en mi memoria. Sobre todo dos: "La chica que podía leer el futuro" (maravilloso el momento en que el grupo de portagonistas se encuentra con un coche de feria en medio de la selva) y "La ciudad de medianoche". Sencillamente brillantes.
Ý a mi me fascinaba también la historia, contada a modo de resumen en la cabecera de la serie pero nunca en un capítulo, de cómo habían llegado ellos allí. Seis jóvenes que llegan a una feria y se montan en una atracción. Y de repente, ellos y los cochecitos se ven arrojados a ese otro mundo. Siempre he creído que de esa serie se podría hacer una gran película de aventuras, Denver y dragón de siete cabezas incluídos. Tan sólo habría que adaptarla un poco a los tiempos.
De hecho, cuando hace años se realizó una película titulada "Dragones y mazmorras" yo corrí al cine ansioso como niño con juguete nuevo. Sabía que habían basado la película en el juego de rol que lleva el mismo nombre, y no en la mítica serie de dibujos animados que marcó a toda una generación. Pero trataba de convencerme a mí mismo de que tal vez habría algún guiño. Me conformaba con uno solo, el más mínimo detalle. Lo que fuera.
No lo hubo. Y no sólo no lo hubo, sino que una película con dragones, con un título con tirón comercial y con un aparentemente buen reparto (estaba hasta Jeremy Irons) resultó ser un truño de proporciones inusitadas. El truño del siglo. Aburrida, mal guión, personajes aborrecibles desde el primer momento (sobre todo el listillo gilipollas que interpreta uno de los hermanos Wyans), malos efectos, estúpida...
Atentaron contra mi ilsión infantil.
La película, obviamente, no obtuvo una gran respuesta del público... y lo sorprendente (Álvaro Loman, ésta es la demostración de mis palabras) es que los desgraciados se atrevieron a hacer una segunda parte, que por supuesto fue directa a video. Y lo siento, pero es que si la primera fue tan mala esta ni me atrevo a pensar en ella. No tengo estómago para verla. Ya tuve suficientes aveturas fantastico-medievales con Bloodrayne.
Aunque eso sí, por lo menos la carátula está currada. Que hasta apetece. Dan ganas de bajártela, porque pagar por ver esto puede ser deprimente. Pero la carátula está bien... y me voy a parar ya que al final me autoconvenzo y me la trago y luego mi orgullo infantil vuelve a romperse.
2 comentarios:
Ya está bajándose en el emule... Seguro que es peor que Kárate a Muerte en Torremolinos.
¡Mola!
Ufff, qué perecita de serie... El malo con un cuerno (Denver?!) cojonudo. El niño vikingo y la amazona afroamericana, personajes para olvidar al nivel de la sobrina del Inspector Gadget.
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