Realmente me parece una atrocidad que una de las mejores series que hay actualmente en la televisión esté sufriendo esta agonía semanal debido a las audiencias. Fringe está al borde todos los viernes, y sinceramente, creo que es improbable que veamos una quinta temporada. Veremos si es capaz de terminar este año.
Pero en fin, así es la vida. Y Fringe nos sigue demostrando día a día que es una serie madura, que mejora por momentos y que, aunque a veces parezca que flojea, siempre es en pro de algo que vendrá después. Porque hubo quien habló de una involución, de que Fringe había dado varios pasos atrás con el inicio de esta cuarta temporada, pero, si alguien tenía alguna duda sobre si Fringe aún tenía pulso, creo que el tercer capítulo debería haber despejado cualquier duda.
Fringe sigue teniendo su pulso.
Que maravilla de capítulo. Y ya no sólo por ese "We have to find him" final. Esos Peters que el pobre Walter deja escapar, esas referencias a su hijo, son tan esclarecedoras como geniales. Y de hecho, la trama de este capítulo me ha parecido fascinante, tensa y entrañable. La relación entre Walter y Aaron, dos niños pequeños aunque uno tenga sesenta y tantos, es maravillosa. Y ese momento, cuando Walter relata como murió su hijo una vez, y después otra, coronada por la frase de Aaron "¿Y no crees que deberías estar en un centro psiquiatrico?" es digno de aplauso.
Por no decir la descripción que Walter hace sobre Toy Story, "la película de los juguetes que hablan", a la que define como "extrañamente perturbadora".
Fantástica serie. Larga vida a Fringe.
Pero en fin, así es la vida. Y Fringe nos sigue demostrando día a día que es una serie madura, que mejora por momentos y que, aunque a veces parezca que flojea, siempre es en pro de algo que vendrá después. Porque hubo quien habló de una involución, de que Fringe había dado varios pasos atrás con el inicio de esta cuarta temporada, pero, si alguien tenía alguna duda sobre si Fringe aún tenía pulso, creo que el tercer capítulo debería haber despejado cualquier duda.
Fringe sigue teniendo su pulso.
Que maravilla de capítulo. Y ya no sólo por ese "We have to find him" final. Esos Peters que el pobre Walter deja escapar, esas referencias a su hijo, son tan esclarecedoras como geniales. Y de hecho, la trama de este capítulo me ha parecido fascinante, tensa y entrañable. La relación entre Walter y Aaron, dos niños pequeños aunque uno tenga sesenta y tantos, es maravillosa. Y ese momento, cuando Walter relata como murió su hijo una vez, y después otra, coronada por la frase de Aaron "¿Y no crees que deberías estar en un centro psiquiatrico?" es digno de aplauso.
Por no decir la descripción que Walter hace sobre Toy Story, "la película de los juguetes que hablan", a la que define como "extrañamente perturbadora".
Fantástica serie. Larga vida a Fringe.
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